Desde mi asiento predilecto, con la noche cobijando mi entorno, día a día me dispongo a disfrutar el frío y perderme en mis pensamientos, de vez en cuando la luna me acompaña, es tan bella, aun recuerdo cuando se torno rojiza, jamas viviré tanto (y me asegurarse de que no suceda) para ver semejante espectáculo de nuevo, quizá la próxima vez no venga acompañada de promesas rotas.
Día a día el mismo panorama que esta frente a mi, azoteas y aquellas dos torres de departamentos. Conforme transcurren las horas las luces se apagan, otras sea la hora que sea siguen prendidas. Todos los mundos que existen en las casas a las que pertenecen esas azoteas, todos esos mundos que viven en esos tantos departamentos. Los sonámbulos, los amantes, los pesarosos o quizá los alegres, a saber... Yo ensimismado en mi mundo, pensando, pensando y adentrandome en mi, me fundo en un recuerdo, en un sollozo, en mi pena y amargura. Ellos en su mundo, soñando o viviendo. Cada loco en lo suyo.