En las plazas futuras - quizá las mismas que las
[nuestras-
¿qué elixires serán pregonados?
Con etiquetas diferentes, los mismos del Egipto de
[los Faraones;
con otros métodos para venderlos, los que ya tenemos.
Y las metafísicas perdidas en los rincones de los cafés
[de todas partes,
las filosofías solitarias de tanta buhardilla de
[fracasado,
las ideas casuales de tanto casual, as intuiciones de
[tanto don nadie,
acaso un día, en fluido abstracto y sustancia
[implausible,
formen un Dios y ocupen el mundo.
Pero para mí, hoy, para mí
no hay sosiego en pensar en las propiedades de las
[cosas,
en los destinos que no desvelo,
en mi propia metafísica, que tengo porque pienso y
[siento.
No hay sosiego.
¡Y los grandes cerros que al sol lo tienen tan
[claramente!
¡Lo tienen! Los cerros al sol no tienen nada del
[espíritu.
No serían cerros, no estarían al sol si lo tuviesen.
El cansancio de esperar, que llega al fondo de existir,
me hace viejo desde anteayer con frío hasta el
[cuerpo.
¿Qué se ha hecho de los propósitos perdidos, de los
[sueños imposibles?
¿Y por qué hay propósitos muertos y sueños sin
[razón?
En los días de lluvia lenta, continua, monótona, una,
me cuesta levantarme de a silla donde me senté sin
[darme cuenta,
y a mi alrededor el universo es absolutamente hueco.
El tedio que llega a constituirnos los huesos me ha
[encharcado el ser
en la memoria de algo que no recuerdo me enfría el
[alma.
Sin duda las islas de los mares del sur también
[tienen posibilidades para el sueño,
y las arenas de todos los desiertos compensan un
[poco la imaginación;
pero en mi corazón sin mares ni desiertos es donde
[yo siento,
en mi alma vacía estoy,
y mi relato prolijamente sin sentido, como un tonto
[con fiebre.
Furia fría del destino,
intersección de todo,
confusión de as cosas con sus causas y sus efectos,
consecuencia de tener cuerpo y alma,
y el sonido de la lluvia llega hasta ser, y es oscuro.
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